Fuente: Instituto Nacional de Salud Pública
Fecha: 26 de agosto de 2020
El 17 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial contra el Dolor, cuyo objetivo es destacar la necesidad urgente de encontrar un mejor alivio para el sufrimiento físico por las enfermedades. El alivio del dolor es un derecho universal de los seres humanos estipulado en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde el año 2000.
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) define el dolor como una “experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a daño tisular real o potencial”; respecto al dolor en niños, explica que “la incapacidad de comunicarse verbalmente no niega la posibilidad de que alguien esté sufriendo dolor y necesite un tratamiento farmacológico adecuado”.
La mayoría de las personas alguna vez en su vida han sentido dolor, ya sea por una caída, por una cirugía o por alguna enfermedad. Se ha observado que algunas enfermedades están más relacionadas con la presencia de dolor, como artritis, dolor lumbar, fibromialgia, cáncer, neuropatías y fracturas. La tolerancia al dolor es muy variable, algunas personas toleran dolor moderado o severo sin requerir el uso de medicamentos. El dolor puede ser agudo o crónico. El dolor agudo aparece de repente y no dura mucho, mientras que el dolor crónico es duradero y persiste más de tres meses.
El dolor crónico es un problema de salud pública que afecta de 25 a 29 por ciento de la población mundial; sin embargo, en México carecemos de información estadística que permita conocer el impacto del dolor crónico en la población general. Pero sabemos que el dolor es frecuente en la población de adultos mayores. Hallazgos del Estudio Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México señala que 41.5% de los adultos de más de 50 años de edad reportó sufrir dolor, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres (48.3% vs. 33.6%), y que el porcentaje de dolor aumenta en los adultos de mayor edad.
El dolor crónico tiene serias consecuencias en las personas que lo padece: una de cada tres personas que tienen dolencias graves no pueden tener una vida normal, no pueden hacer ejercicio, ni dormir normalmente, ni participar en actividades sociales. Además, el dolor crónico es la principal causa de ausentismo laboral y discapacidad, lo que genera enormes costos para el sector salud. Su manejo inadecuado tiene severas repercusiones físicas, afectivas y socioeconómicas, para la persona, la familia y servicios públicos de salud.
El tratamiento se lleva a cabo de manera individualizada. Muchos médicos se rigen por la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), basando su decisión principalmente la intensidad y características del dolor, así como el momento en el que se encuentra la enfermedad. En muchos casos el dolor crónico mejora con cuidados paliativos.
El dolor crónico no se puede prevenir; sin embargo, mantener un peso ideal, adoptar una alimentación saludable, en medida lo posible hacer ejercicio, controlar la ansiedad y dormir bien, son algunas medidas que pueden ayudar a disminuir o controlar el dolor.
El apoyo familiar constituye la primera ayuda de las personas con dolor crónico, y ofrecerles información, recursos y apoyo emocional y social se ha revelado como un elemento que ayuda en el tratamiento de la situación del dolor en conjunto.
Redacción CENIDSP
Fuente:
José de Teresa 253, Campestre Tlacopac, Álvaro Obregón, CP 01040, CDMX
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