Fuente: La Jornada
Por: Rosa Elvira Vargas
Fecha: 16 de enero de 2020
Martes 14 de enero de 2020. México tiene muchos años de atraso en materia de cuidados paliativos tanto en la formación de especialistas como en la construcción de infraestructura y el adecuado soporte presupuestal.
Por mucho tiempo, a la atención paliativa se le ha confundido con la mera asistencia a pacientes terminales a través de acciones más parecidas a la caridad.
Sin embargo, llegar a la muerte desde la aceptación de lo vivido, la conexión con lo querido y la entrega a lo pertenecido, como define el paliativista ibérico Enric Benito, consiste en mucho más que sólo actos de buena voluntad.
Es un derecho de cualquier mexicano tener atención paliativa a cualquier edad. Se vaya o no a morir (en un plazo inminente). Es parte de la atención médica reconocida por la Organización Mundial de la Salud, desde 2015, como un derecho humano fundamental, establece la doctora Mónica Osio, especialista en la materia.
En 2012, la llamada Carta de Praga se convirtió en el antecedente desde el cual se marcó la obligación a ofrecer cuidados paliativos a las personas con enfermedades crónicas y terminales, y plantea a los países asumirlos como un deber de atención para sus habitantes hasta el final de su vida.
Actualmente, y ante su aceptación como una garantía universal, si un gobierno no ofrece asistencia paliativa, tal omisión puede considerarse como trato cruel e inhumano y, por tanto, tipificarse como tortura, puntualiza la especialista.
Y documenta: en México, los cuidados paliativos se tienen desde 2009 como elemento de la atención médica, y la Ley General de Salud (LGS) los reconoce como parte integral del servicio que implica prevención, curación, rehabilitación y paliación. Además, entre 2013 y 2014 se elaboró el reglamento a la legislación respectiva y se emitió la correspondiente norma oficial mexicana (NOM).
Más tarde, la obligatoriedad de la atención paliativa fue establecida por el Consejo de Salubridad General para todas las instituciones de salud nacionales, públicas y privadas, y en 2016 se determinó extenderla para la población pediátrica.
De hecho, a escala pediátrica se marcó como necesaria una norma especial, pues representa un nicho particular y diferenciado entre los cuidados paliativos para niños y adultos.
De ese modo, sí tenemos un marco legal establecido, perfectamente claro. Pero desde mi punto de vista, ha faltado voluntad política para financiar los proyectos relacionados con los cuidados paliativos. A esta especialidad no se le ha dado ni asignado el presupuesto necesario. Y por ello, como muchas cosas de nuestra legislación, se queda como una carta de buenas intenciones, lamenta Osio.
Diversas instituciones académicas y de salud ofrecen cursos presenciales y en línea sobre cuidados paliativos.
La Facultad de Medicina de la UNAM imparte un seminario de alta especialidad en la materia y se apresta a crear una especialidad para la formación de paliativistas.
La doctora Nayeli Salazar Trujillo, especialista en anestesiología, algología y cuidados paliativos, coordinadora de Grupos de Trabajo del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM, manifiesta: la idea es que cualquier profesional de la salud tenga al menos una preparación básica general en cuidados paliativos, y donde se aborden aspectos de la comunicación con el paciente y la familia, para saber compartir información sobre malas noticias y el abordaje de síntomas, principalmente.
Luego, en la preparación intermedia se verían aspectos como sicología, nutrición, rehabilitación física, tanatología, acompañamiento del duelo. Y en la más avanzada habría una especialidad enfocada a situaciones de casos complejos.
Actualmente, sólo el Instituto Jalisciense de Alivio al Dolor y Cuidados Paliativos (Palia), que tiene el aval de la Universidad de Guadalajara, ofrece la especialidad, pero sólo admite a médicos anestesiólogos.
Palia es una institución pionera (se creó en 2001) que realiza un trabajo integral multidisciplinario donde incluye médicos algólogos, paliativistas, enfermeras, sicólogos y trabajadoras sociales.
La idea central es que se entienda que la existencia de una enfermedad terminal no implica abandonar al paciente. Además, los cuidados paliativos no riñen con la prescripción de tratamientos curativos, señala Salazar Trujillo.
Hoy, los cuidados paliativos se centran en el conjunto de las enfermedades crónico progresivas, y ven, además, otros aspectos como el manejo del dolor y lo relacionado con el contexto social, espiritual, emocional, de acompañamiento y el manejo de duelo.
Existen estudios donde se demuestra que el costo de no disponer de una unidad de cuidados paliativos es mayor que tenerla. Y si bien quizá lo más difícil sea garantizar el acceso a medicamentos, Salazar pide trabajar en el plano institucional para garantizar la disponibilidad de fármacos, y en el tema de cuidados paliativos, entre otras medidas, optimizar los recursos humanos con que se cuenta.
En los hospitales hay sicólogos, nutriólogos, y demás, ¿por qué no capacitarlos en cuidados paliativos e integrarlos? No es caro, y son fundamentales para esta atención, señala la especialista.
José de Teresa 253, Campestre Tlacopac, Álvaro Obregón, CP 01040, CDMX
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