AMLO, la eutanasia y la ley de voluntad anticipada

por Tania Hernández

Recientemente se dio a conocer que el gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador (AMLO) buscará promover el derecho a una muerte digna en todo el país. Ante ello, muchos medios de comunicación -no me queda claro si por amarillismo o por ignorancia en el tema- difundieron la noticia con encabezados como: “AMLO promoverá la eutanasia en México”. Las reacciones -divididas, por supuesto- no se hicieron esperar: algunos mostraron su rechazo ante la noticia; otros cuantos la tomaron con alborozo.

Por desgracia, existe poca apertura para hablar sobre temas relacionados con la muerte. Pareciera que entre más se evite hablar de ello, ésta más se mantendrá lejos; sin embargo, es necesario hablar de estos temas no sólo porque la muerte es el único destino asegurado para todos, sino porque es un tema delicado en el cual no se puede tomar una postura si no se conocen, por lo menos, sus aspectos más básicos. Así pues, resulta necesario aclarar dos puntos abordados en las noticias que dan cuenta de la supuesta legalización de la eutanasia en México: el primero es que no existe eutanasia pasiva y eutanasia activa (esta diferencia es la que está generando la tergiversación de la información); el segundo es que el gobierno de López Obrador no tiene la mínima intención de legalizar la eutanasia, sino de ampliar en todo el país la ya existente Ley de Voluntad Anticipada (LVA) vigente, hasta hoy, en sólo 11 entidades del país.

A lo largo de los años ha existido una severa confusión en cuanto al concepto de eutanasia; se ha dicho que existen dos tipos: activa y pasiva. Por eutanasia pasiva se entiende regularmente el acto de retirar el soporte vital a algún paciente o de interrumpir algún tratamiento sin el cual la muerte sobrevendrá a consecuencia de la ausencia de estos; sin embargo, esto no es eutanasia. La eutanasia es «el acto o procedimiento, por parte de un médico, para producir la muerte de un paciente, sin dolor, y a petición [voluntaria] de éste[1]». Lo que se entiende por “eutanasia pasiva” es, en realidad, limitación del esfuerzo terapéutico. La eutanasia es activa o no lo es.

Ahora bien, en lo que respecta a la supuesta búsqueda de legalización de la eutanasia con el gobierno de AMLO, y según la definición explicada líneas arriba, esto resulta completamente falso. Lo que anunció Olga Sánchez Cordero -quien se espera ocupe la Secretaría de Gobernación-, fue que el próximo gobierno buscará promover “la ley de voluntad anticipada en todas las entidades federativas que aún no cuenten con ella. [Haciendo] reformas en los códigos civiles para consagrar el derecho a una muerte digna”. Esto no tiene nada que ver con legalizar la eutanasia. La LVA que propone Sánchez Cordero se define como “la decisión que toma una persona de ser sometida o no a medios, tratamientos o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida cuando se encuentre en etapa terminal y, por razones médicas, sea imposible mantenerla de forma natural”. Decidir no recibir más tratamientos o medios para prolongar la vida NO es eutanasia, ni pasiva ni activa; decidir, de manera libre y autónoma, no someterse a medios o tratamientos para prolongar la vida sabiendo que es inútil, es poner límites al esfuerzo terapéutico, pero no es en lo absoluto eutanasia.

Hasta hace tiempo se utilizaban los términos de eutanasia pasiva y activa, pero de algunos años para acá se ha llegado al consenso entre expertos teóricos sobre la confusión que generan estos conceptos, por lo que seguir usando el término “eutanasia pasiva” es ya un anacronismo puesto que hace tiempo no se utiliza. En todos los países en donde es legal la eutanasia, ésta es activa o no se le llama así.

Una vez aclarado lo anterior, resulta evidente que el gobierno de López Obrador no pretende legalizar la eutanasia. Lo que se buscaría con la LVA en todo el país sería ofrecer a los mexicanos la opción de decidir al final de su vida, de forma libre y autónoma, si desean o no continuar con tratamientos médicos o retirar el soporte vital que los mantenga con vida cuando sepan que en realidad su condición médica no tiene ya oportunidad de mejora y por el contrario, todo irá en declive.

Finalmente, me parece necesario exhortar a los lectores a reflexionar, sin tabús, sobre estos y otros temas que atañen al final de nuestros días. Pensar sobre lo que queremos o no al final de la vida es necesario puesto que nadie está exento de la muerte, ni de padecer una condición médica que pudiera coartar lo que para cada uno dignifica la vida. Existen múltiples asociaciones que ofrecen información veraz sobre estos temas, por ejemplo, la Asociación Por el Derecho a Morir con Dignidad, cuyo fin es, al igual que el que buscamos muchos otros, promover los cambios sociales y legales para poder tener al fin, la opción de morir dignamente.

 

El artículo pertenece a Animal Político
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